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Javier Cremades: «El futuro de la alimentación pasa por consumir especies de bajo nivel trófico»

El experto, consultor de la Generalitat y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ve en el cultivo de las algas la posibilidad de evitar «los errores cometidos en la agricultura terrestre»

Impulso en Catalunya al cultivo de algas como fuente sostenible de proteínas



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<p style=por Glòria Ayuso

Doctor en Farmacia y Catedrático de Botánica en la Facultad de Ciencias de la Universidade da Coruña (UDC), Javier Cremades es el máximo especialista en el cultivo de algas marinas en España. Consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es también responsable del laboratorio del Centro Interdisciplinar de Química y Biología (CICA) pionero a nivel nacional en el desarrollo y optimización de métodos cultivo de macroalgas marinas para su uso industrial o repoblación.

Ha asesorado a la Generalitat sobre el potencial del cultivo de algas en Catalunya.

Presentamos el informe en Sant Carles de la Ràpita. El objetivo en Catalunya es llevar a cabo una agricultura multitrófica, lo que significa combinar macroalgas con otros cultivos marinos.

¿Por qué esta combinación?

Las algas, además de tener un gran valor nutricional, realizan un servicio ecosistémico. Los excrementos de los peces, moluscos y crustáceos en piscifactorías, en vez de contaminar las aguas, sirven para alimentar las algas. Estos sistemas son los que tienen más futuro. En China y Corea, para cultivar las algas se abona el mar como si fuera una tierra de cultivo, algo impensable aquí.

¿Qué potencial tiene como nueva actividad económica?

Permite a los productores obtener ingresos de peces, moluscos y algas, reduciendo riesgos y mejorando la rentabilidad.

¿Dónde es mejor cultivarlas?

Donde encuentran el alimento. En el Mediterráneo, su cultivo está indicado en la desembocadura de los ríos, como el Ebre, el Llobregat, o en la bahía de Roses, donde llegan los nutrientes procedentes de la actividad agrícola y ganadera, favoreciendo el desarrollo de fitoplancton en el mar y, con ello, la cría de mejillones, otros moluscos y algas marinas.

¿Por ello comer algas y pescado será más viable frente a otras proteínas?

Se trata de mejorar la eficiencia alimentaria. Los peces, al ser de sangre fría, no gastan energía en regular su temperatura, lo que les permite aprovechar hasta un 30% más del alimento que ingieren para su crecimiento en comparación con animales como las gallinas. Pero es clave impulsar la acuicultura de bajo nivel trófico. Actualmente cultivamos grandes depredadores como el salmón o la lubina, que requieren proteínas de alta calidad para crecer. Es como si comiéramos tigres y leones. La alternativa es cultivar organismos como moluscos y algas, que se alimentan por sí solos si el entorno es adecuado.

El Institut de Recerca i Tecnologia Alimentària apuesta por ello.

Responde a un sector en crecimiento. En Ametlla de Mar hay empresas interesadas en compaginar el cultivo del atún con el de macroalgas. La Confraria de Roses también ha montado una pequeña planta de cultivo de macroalgas para la restauración, a la que asesoré para adecuar la instalación. Se empieza a explotar las algas para la gastronomía con métodos de cultivo sostenibles.

¿Se requiere de mucha innovación?

Hay que probar muchas cosas. Para empezar, no es necesario que los cultivos estén juntos: podemos recoger el agua rica en nutrientes que hay en la costa fruto de la actividad humana y cultivar en tanques en tierra. Tiene ventajas de control y manejo, sin el peligro de que un temporal rompa las instalaciones.

Hay empresas reacias a contar lo que están haciendo.

Hay mucho secreto, las empresas no comparten los resultados porque están invirtiendo en innovación para obtener conocimiento y desarrollar su negocio. Por el momento, las empresas que viven de otros sectores son las que principalmente están invirtiendo a fondo perdido en esta actividad.

Las empresas ven frenados sus proyectos por los numerosos permisos para el cultivo en el mar.

Al tratarse de una nueva actividad, no existe una legislación y una normativa dirigida a este sector. En toda Europa el cultivo de algas topa con la administración: es complicado obtener permisos, concesiones y cambiar de especies en los cultivos. Los empresarios no pueden esperar dos años para obtener licencias. Además, se aplica a las algas protocolos y normas del cultivo de otras especies. El cultivo de algas mejora la calidad del agua. Sin embargo, la administración exige controles continuos de contaminación, como en las piscifactorías, debido a un desconocimiento de sus beneficios ambientales.

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