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Las algas toman un nuevo protagonismo en la dieta

Destacadas por su contenido en proteínas, hierro, fibra, vitaminas, minerales y ácidos grasos omega 3, se fomenta su producción y consumo, también en forma de nuevos alimentos elaborados con alto valor nutritivo

Las algas toman un nuevo protagonismo en la dieta

por Glòria Ayuso Andrea Hermida-Carro

Muy consumidas en Asia, las algas ganan cada vez más presencia en la dieta global. Son ricas en proteínas, hierro, fibra, vitaminas (A, C, B12), minerales (yodo, calcio), ácidos grasos omega 3 y compuestos antioxidantes, con variaciones según la especie. Se consideran una excelente fuente de proteína alternativa y, en general, un alimento completo y sostenible para una población mundial en crecimiento. A partir de las algas, empiezan a surgir nuevos ingredientes y alimentos elaborados con alto valor nutritivo.

Asia concentra más del 97% de la producción de algas. No obstante, la Comisión Europea ve como una prioridad estratégica aumentar su cultivo para garantizar la soberanía alimentaria.

Las algas destacan por ser una fuente de alimentacion con una baja huella de carbono: crecen sin necesidad de tierra cultivable ni fertilizantes y aprovechan el exceso de nutrientes presentes en el agua, lo que las hace ideales para el cultivo conjunto con piscifactorías. Durante su crecimiento, absorben nitratos, fosfatos y dióxido de carbono (CO), contribuyendo a la limpieza y oxigenación de las aguas.

Además, sus propiedades permiten otros usos innovadores, como la obtención de materiales alternativos al plástico, su aplicación en cosmética y en la industria farmacéutica, así como su uso para la descontaminación medioambiental, gracias a su capacidad de formar compuestos biodegradables y bioactivos.

Las microalgas son organismos microscópicos que se encuentran flotando en la columna de agua. Incluyen especies como la Chlorella, la Spirulina (ambas de agua dulce) y la Dunaliella (en lugares con alta salinidad). Debido a su alto valor nutricional y contenido en proteínas, lípidos y pigmentos, están aumentando sus usos en alimentación y en la industria. Se utilizan en suplementos alimenticios y como nuevo ingrediente, y en biocombustibles, cosmética, productos farmacéuticos y aplicaciones medioambientales.

Las macroalgas son, como su nombre indica, algas más grandes, visibles, que pueden crecer varios metros y formar estructuras parecidas a plantas. Se clasifican en algas rojas (Rhodophyta), verdes (Chlorophyta) y pardas (Phaeophyta). Generalmente están adheridas a superficies en entornos marinos, aunque tambén hay de agua dulce. Se usan en alimentación (como el nori, kelp, wakame) y también para el pienso de animales, fertilizantes, envases biodegradables, cosmética, farmacologia y en aplicaciones medioambientales.

En sus usos alimentarios más habituales, las algas se agregan a ensaladas, sopas, salteados, guisos y como especias. Es el caso del kombu, el wakame y el hijiki, tres especies de algas pardas. La ulva o lechuga de mar (alga verde) se utiliza también en ensaladas, sopas y otros platos. Al igual que la gracilaria (alga roja), ampliamente utilizada para extraer agar, un espesante y gelatinizante natural común en alimentos procesados y postres. A ellos se suma el popular nori (también un alga roja) utilizado para preparar sushi.

Sin embargo, empiezan a surgir nuevos productos más elaborados a base de algas. La industria extrae la proteína del alga y la concentra en harinas, obteniendo nuevos ingredientes para la elaboración de productos procesados y panadería. El valor de las nuevas propuestas radica en su poder nutricional y una menor huella de carbono en comparación con la proteína animal y ciertos cultivos terrestres como la soja. Por ello, también se están utilizando para elaborar piensos para la alimentación del ganado.

Las algas son una solución natural contra la contaminación. Lo interesante de las macroalgas y las microalgas es que ayudan además a limpiar el agua y el aire. Este proceso se llama biorremediación, que básicamente significa «usar seres vivos para arreglar problemas de contaminación».

Por ejemplo, si el agua está sucia porque tiene metales pesados, químicos o demasiados nutrientes (como los que vienen de fertilizantes), las algas pueden absorber esas sustancias dañinas. De esta forma, el agua queda más limpia.

Las algas además capturan dióxido de carbono (CO), que es uno de los gases responsables del cambio climático. El océano en su conjunto capta casi el 30% de CO que emitimos a la atmósfera, y las algas especialmente las microalgas juegan un papel muy importante en ese proceso.

Mientras que las microalgas se utilizan en sistemas cerrados, como las plantas de tratamiento de aguas residuales, las macroalgas desarrollan su función en ambientes costeros y marinos. En estos ecosistemas, son capaces de captar contaminantes presentes en el agua, incluyendo nutrientes en exceso y metales pesados. Eso las convierte en una solución natural para mejorar la calidad del agua en las piscifactorías, ya que capturan nitratos, fosfatos y amonio, que se generan por los desechos de los peces y los restos de alimento. También se emplean en la recuperación de hábitats marinos. Al realizar la fotosíntesis, liberan oxígeno que favorece a la vida acuática y absorben CO, ayudando a mantener el equilibrio del pH y a mitigar la acidificación del océano.

Debido a su capacidad de absorber cadmio, plomo y mercurio, está en estudio los usos que posteriormente pueden darse en algunos tipos de algas, ya que se evalúa la carga de estos metales en determinadas especies.

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