Un astillero en Vallvidrera: estudiantes de ESO construyen un barco en seis semanas para botarlo en Barcelona
Una familia del Col·legi Montserrat, Barcelona Activa y fondos europeos han hecho posible importar el exitoso proyecto social Harbors de París
La práctica de la vela llegará a más de 1.200 centros educativos en Catalunya
por Cristina Buesa
Estos días están acabando de limar el casco. En poco más de una semana, el barco se botará en la playa del Somorrostro, delante del Club de Patí a Vela. Saben que será todo un acontecimiento social y están orgullosos de su obra. Los alumnos y alumnas de 4 de ESO del Col·legi Montserrat, en Vallvidrera, han improvisado un astillero en su escuela y durante seis semanas se han convertido en constructores de un velero de 3,35 metros de largo y 1,5 metros de ancho. Su profesorado sabe que, entre adolescentes, una de las claves es llamarles la atención, hacerles hacer cosas, tocarlas, levantarlos de las sillas, cooperar entre ellos.
«Lo que más me ha gustado ha sido el trabajo en grupo», cuenta la joven Paula García en el aula de Stem, la asignatura en la que han desarrollado el proyecto en un mes y medio. En un primer momento, en octubre, se les explicó la realidad de Barcelona respecto al mar y la relación histórica con el Mediterráneo, después introdujeron conceptos como la sostenibilidad y el cambio climático, para finalmente construir el velero por piezas de la mano del arquitecto Charles Herrou.
Jóvenes con mucha energía
Este francés de 29 años se ha instalado en la capital catalana por estas semanas para guiar a los jóvenes de 15 y 16 años del Col·legi Montserrat. «La experiencia ha sido magnífica porque no me han visto como un profesor, sino como alguien que les acompañaba. En esta edad tienen mucha energía y hay que saber canalizarla, porque la construcción del velero por piezas requiere ser minucioso y delicado», relata.
Como muchas veces, todo comenzó un poco por casualidad. Una familia del centro vinculada a consultoría en sostenibilidad, Edenway, conocía el proyecto Harbors en París. En la capital francesa, cuenta Herrou, se quiso involucrar a colectivos en riesgo de exclusión social y se han construido hasta 15 veleros de este tipo desde 2022. Con financiación europea del EiT Urban Mobility y el apoyo de Barcelona Activa, defensores apasionados de todo lo que tenga que ver con la economía azul, este centro educativo de Sarrià-Sant Gervasi se ha sumado este curso con la voluntad de que más colegios de Barcelona lo hagan.
También una web
Han sido una cincuentena de alumnos, la mayoría chicos. En la clase se han relacionado en inglés con Herrou y se han dedicado a ensamblar las piezas, poner resina, lijar, comprobar que se seguía la pauta de las instrucciones que había colgadas en la pared. También han creado una web en la que han comercializado ropa con el logo creado por ellos mismos, explican orgullosos Nico Aso y Matías Riskin.
Solo les falta el nombre del velero. Para eso han colocado una urna en uno de los pasillos para que la comunidad educativa se involucre todavía más y dé ideas. Lo sabrán dentro de unos días. Una implicada Anna Abad, de 15 años, añade que el barco quedará del color de la madera. El mástil, de aluminio, espera en un rincón del aula para ser colocado. Pero eso será el día 11, cuando lo lleven a la playa.
Aprendizaje apasionado
La directora del colegio, Mar Sánchez Izuel, defiende la cultura ‘maker’: cree que es una espléndida forma de implicar a los jóvenes. «Nos quejamos de que están todo el día con el móvil, pero si les damos una alternativa con la que se impliquen, como es el caso, se olvidan del teléfono», razona la religiosa. Ella lo denomina «aprendizaje apasionado» y valora el éxito que está teniendo con el proyecto Harbors.
Hasta ahora, en la larga vida de esta escuela pedagógicamente tan avanzada, la vela no había entrado. «Solo sabía algo por haber navegado con mi padrino hace tiempo en Salou, me encantaba la velocidad», recuerda Pol Correig. Solo cuatro alumnos estaban vinculados con anterioridad a este deporte, ahora pletóricos por la construcción del velero, explica Mar Blanco Domènech.
Una campeona al timón
Esta joven de 16 años será una de las grandes protagonistas del día de la botadura. Blanco es, ni más ni menos, una de las promesas españolas en la categoría mixta de 420 y ya está clasificada para participar este verano en el campeonato europeo en Eslovenia, después de los buenos resultados que ha hecho en Cádiz y San Sebastián.
Será ella la que oficialmente estrene el barco que han construido durante estas semanas con el resto de su clase de 4 de ESO. El velero del Montserrat, a medio camino entre un Optimist y el 420 que patronea ella, «ha ayudado mucho a que en mi clase se empiecen a interesar por este deporte y por la Copa América de vela», celebra la alumna.