Vecinos y jubilados se vuelcan en el estreno del bus náutico de Barcelona: «Es mucho más barato»
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por Alba Zaplana
El nuevo servicio de bus náutico del Port Vell de Barcelona ha abierto al público este jueves, con una notable afluencia local. La primera jornada ha destacado por la cantidad de barceloneses curiosos, en su mayoría jubilados, que se han acercado a conocer el funcionamiento de este novedoso medio de transporte. El bus náutico pretende facilitar el acceso a los espacios de la Nova Bocana, uniendo en un recorrido de 10 minutos los muelles de Drassanes y Llevant.
Es como una caja de regalo que flota», comenta Rosa María Vila (73) al ver por primera vez el colorido catamarán Ecocat Dos, que ha sido pintado por el artista Okuda. Pese a ser el hermano pequeño del otro barco en funcionamiento, el Ecocat Tres, es el único que ha salido a navegar este jueves. Aún así, su capacidad ha sido suficiente para los pasajeros que ha atraído la mañana de estreno. A las 10h de la mañana eran pocas las personas que esperaban su turno para embarcarse en el Portal de la Pau. Rosa María era una de ellas y confesaba que su motivación principal para subir al barco era el importe del billete.
El precio de los trayectos en estas embarcaciones es uno de los elementos más atractivos del servicio. El billete de ida y vuelta tiene un precio general de 2,85 euros, que para mayores de 60 años, menores de 30 años y personas con discapacidad o movilidad reducida se reduce a 2,28 euros. Por otra parte, los menores de 4 años viajan gratis.
Para Albert Amargós (67), viajar disfrutando del vientecillo que acaricia la piel no tiene precio. Aunque le ha encantado la experiencia, comenta que le hubiese gustado poder probar el otro barco, que tiene una zona descubierta en su parte posterior en la que disfrutar del paseo con unas vistas más panorámicas. Igualmente, asegura Amargós, volverá otra vez, sobre todo antes de que se llene de turistas: cree que no tardarán mucho en percatarse de que el bus náutico es mucho más barato que las Golondrinas aunque las rutas que hacen sean distintas.
Este jueves han sido pocos los turistas que han ido a probar el servicio, y la mayoría de los que había en la cola para comprar entradas se habían equivocado de barco. Los protagonistas de la jornada inaugural han sido los residentes de la capital catalana, como Montse Marta (54), vecina de Sants, quien acostumbra a ir casi todos los días a la playa de Sant Sebastià en bici. Hoy vengo a que me paseen con el barco, pero solo para probar, porque sale caro, valora Montse, ya que el hecho de que el servicio no esté integrado en la red de transporte público de Barcelona lo convierte para ella en una experiencia puntual.
Lo que parece no ser puntual es el catamarán, que, a las 10:30 de la mañana, ya tendría que haber atracado en el muelle de Drassanes para recoger a los pasajeros. Sin embargo, la espera se alarga sin ningún aviso para los pasajeros de media mañana. «Puntuales no son, a ver si ya se ha averiado el primer día», ironizaba Montse.
«Si es este el ritmo, se va a acabar convirtiendo en una atracción turística como todo», pronosticaba Imanol Ossa (57), originario del País Vasco pero con 40 años de residencia en Barcelona. Había comprado un billete de ida y vuelta porque quiere ir a la playa, pero luego se arrepentía, ya que si el barco se retrasaba más no llegaría a tiempo al trabajo. En fin, vamos a relajarnos que es día de playa, suspiraba Ossa.
Según han confirmado trabajadores de Alsa -la empresa adjudicataria del bus náutico- a este medio, está previsto que los barcos salgan de Drassanes con una frecuencia de unos 15 minutos. Aunque este jueves la espera tenía que ser de media hora, al estar un solo barco operativo, el catamarán no ha atracado en el muelle de Drassanes hasta las 10:45. Cuando finalmente ha recogido a los pasajeros que esperaban ansiosamente su llegada, ha tardado otros diez minutos en zarpar.
El bus náutico aspira también a ser un medio de transporte para los trabajadores del puerto, que acortarían sus desplazamiento por la zona. Ossa advertía que si abundan los retrasos, la utilidad para los trabajadores portuarios será escasa. No obstante, Jaume Bosch (24), quien trabaja como fotógrafo naval en el puerto, explicaba que a él el servicio le será muy útil para moverse por el Port Vell y afirmaba que lo utilizará frecuentemente. El bus náutico me va genial porque normalmente tengo que coger tres buses y tardo 40 minutos para hacer este mismo recorrido, dice Bosch, emocionado por subirse por primera vez al catamarán.
Además, opina que el precio es bastante asequible y vale la pena pagarlo por el servicio ofrecido. Un abono mensual de 40 euros tratará, precisamente, de fidelizar al público laboral. Pese a su optimismo, Bosch vaticinaba que de cara al invierno el barco será más bien fantasma, al quedarse sin apenas uso turístico.
Alrededor de las 12h del mediodía el muelle de Drassanes empezaba a recibir más curiosos, pero las colas para embarcarse en el Ecocat Dos seguían siendo cortas. Una grata sorpresa para los pasajeros menos madrugadores que llegaban al lugar, que en su mayoría eran también beneficiarios del 20% de descuento para mayores de 60 años.