Los históricos tinglados del Moll de Llevant del Port de Barcelona renacen como espacio de cultura
Con una inversión de 7,3 millones de euros, se han restaurado los cuatro edificios, tres de los cuales se destinarán a ‘hospitality’ de la competición de vela hasta octubre y, después, a actividades ciudadanas
La reforma de los tinglados del Moll de Llevant incluirá una estación marítima con un barco hasta la Rambla
por Cristina Buesa
«Hemos transformado unas ruinas en un espacio de cultura», ha proclamado el presidente del Port de Barcelona, Lluís Salvadó. Y es que los tinglados del Moll de Llevant se habían ido deteriorando con el paso de los años y estaban en un estado deplorable. Los responsables del puerto se habían fijado en su decadencia desde 2018, pero la celebración de la Copa América de vela este verano ha sido la excusa para afrontar la rehabilitación de los edificios, que datan de principios del siglo XX.
Tanto la directora de la obra, Gemma Peñalver, como el primer arquitecto que afrontó el proyecto, Pau Díez, han explicado que el abandono de las construcciones durante décadas había provocado que parte de la estructura estuviera en muy mal estado. Con un presupuesto de 7,3 millones de euros, las obras han durado 14 meses, pero durante la ejecución han tenido que tomar decisiones sobre cubiertas, paredes o adornos en las fachadas. Todas las personas que han participado este jueves en la presentación estaban visiblemente satisfechas.
Junto a la estación náutica
Los tinglados del Moll de Llevant (junto al Moll Oriental, al final del paseo Joan de Borbó) lucen ahora blanquísimos, al lado de una plaza también de nuevo cuño donde partirá el bus náutico que conectará con el Portal de la Pau y que está llamado a dinamizar la zona, ya que facilitará el acceso a este sector tan apartado de la ciudad. De hecho uno de los cuatro tinglados será la estación náutica, que se está acabando de reformar para que esté lista el 1 de julio.
Los otros tres edificios, ha detallado el gerente del Port Vell, David Pino, serán para actividades culturales, abiertas a la ciudadanía. Se llaman Carbonera, La Fusteria y El Taller. Son espacios diáfanos que permiten acoger exposiciones, presentaciones, conciertos y eventos de todo tipo. «Esperemos que pasen grandes cosas y que forme parte de la vida ciudadana, será un espacio para todo el mundo», ha deseado Pino.
Para los Tinglados, en mayúscula para Port Vell, se ha creado una marca comercial y un logo, con el que se comercializará también la actividad. Pero ese movimiento cultural deberá esperar a que pase el tsunami de la Copa América de vela porque, por lo menos hasta finales de octubre, estos flamantes edificios rehabilitados serán para el ‘hospitality’ del Port de Barcelona para el evento y también está reservado para equipos, como el vecino Luna Rossa Prada Pirelli.