Así trabaja el VAR de la Copa América de vela
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Así trabaja el VAR de la Copa América de vela

En el equipo, actualmente, son cinco árbitros trabajando simultáneamente. Dos a cargo de los ‘softwares’, dos a cargo de las cámaras y Richard Slater, cuya misión es asegurarse de que las decisiones permanecen imparciales.

Así trabaja el VAR de la Copa América de vela

por Begoña González

Pocos imaginarían que la Copa América se decide fuera del agua. Concretamente, en una habitación oscura y llena de pantallas en la que el equipo de árbitros de Richard Slater estudia y analiza los movimientos de los barcos y toma las decisiones que marcarán las regatas. «Somos como la policía de la Copa», bromea Slater. Aunque más bien son como Jedis, porque deliberan incluso sobre acciones que todavía no han ocurrido. La cantidad de tecnología que usan para ello es directamente proporcional a la importancia de sus decisiones. «Hay que ser mentalmente fuertes y tirar adelante las decisiones a pesar de las consecuencias que puedan tener para los equipos», asegura Slater. «Sentimos presión, pero es parte de nuestro trabajo. Nos pone a prueba», asegura.

Usan tres tipos de herramientas para hacer su trabajo: la localización de los barcos, las perspectivas y las radios de las embarcaciones. «La localización es muy precisa, tiene un error de tan solo 2 centímetros. Sabemos exactamente dónde están en cada momento», explica Slater. De este modo, los árbitros son capaces de dibujar movimientos y trayectorias con total exactitud, incluso las que todavía no han ocurrido, algo que combinado con las imágenes en directo permite establecer, por ejemplo, las prioridades de paso o preferencias de cada acción.

En ese sentido, reciben la señal de todas las cámaras operativas y pueden revisar las acciones desde cualquier ángulo o perspectiva, como los árbitros del VAR del fútbol. «Con eso determinamos la validez de muchas acciones», afirma el jefe de la comitiva arbitral. Además, tienen acceso directo a los comentarios de los tripulantes. «Escuchamos en tiempo real las radios internas de los barcos, de manera que podemos anticipar las acciones que van a tomar y valoramos la peligrosidad o consecuencias de acciones que quizás todavía no han llegado a ocurrir», explica Slater.

Una sala oscura

Desde una sala oscura oculta en las entrañas del World Trade Center de Barcelona, pueden juzgar las acciones con mayor claridad. «Los AC75 cada vez son más rápidos, no dejan de romper récords de velocidad. Seguirlos en un barco arbitral es imposible y la oscuridad de la sala está pensada para facilitar la concentración en las pantallas», afirma el árbitro principal de la Copa. Así, las tres tecnologías se combinan de forma que en cada ‘match race’, por ejemplo, un árbitro sigue siempre un barco y otro árbitro al rival desde la misma habitación. «Tomamos las decisiones en el momento, y esta tecnología aplicada a cada barco nos permite ser absolutamente precisos y calcular las consecuencias de cada acción que los tripulantes toman. De este modo, si uno de los árbitros considera que las acciones de su barco no son peligrosas o no infringen las normas, evitamos la penalización. El incidente se queda en verde», explica Slater.

En el equipo, actualmente, son cinco árbitros trabajando simultáneamente. Dos a cargo de los ‘softwares’, dos a cargo de las cámaras y Slater, cuya misión es asegurarse de que las decisiones permanecen imparciales. En el caso de las regatas de flota, el reparto de tareas es algo diferente. «Hay muchas más acciones», afirma Slater. «Para ese tipo de regatas, contamos con tres árbitros más, aunque no trabajamos los ocho a la vez», explica.

Tranquilidad al mando

«Una de las cosas más difíciles de nuestro trabajo es permanecer tranquilos, evitar que los nervios nos aceleren y podamos errar en las decisiones. Freno los inputs que les puedan llegar de fuera, de las televisiones, etc. Y asegurar esa atmosfera de tranquilidad es uno de mis cometidos», resume Slater. Llegar hasta este punto de profesionalización ha sido un trabajo largo. «Hemos pasado por largos periodos de formación y entrenamiento para poder ser lo más eficaces posible», asegura.

A pesar de trabajar en esta especie de burbuja de imparcialidad, la puerta de la sala VAR está siempre abierta al diálogo. «Trabajamos con los equipos, aprendemos todos. Los tripulantes quieren aprender en muchas ocasiones por qué se ha tomado cierta decisión y nosotros estamos siempre dispuestos a explicarlo. Sabemos que quieren ser siempre mejores», afirma. A los árbitros este diálogo también les beneficia. «Nadie conoce los barcos mejor que ellos», dice el jefe de árbitros.

Saberse observado con tal nivel de detalle probablemente obligue a los tripulantes a ser más pulcros en sus acciones, a respetar más la legalidad. «No creo que nuestra existencia haya modificado su conducta. Siempre ha habido árbitros aunque fuera en otro formato. Más bien, creo que a los navegantes les ha venido bien, les gusta ver las imágenes de las acciones y entender nuestras decisiones. Siempre han respetado la deportividad de las normas, no solo ahora», zanja Slater.

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