Mascotas, cencerros y alta tensión: suizos y franceses enfrentan el momento decisivo
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Mascotas, cencerros y alta tensión: suizos y franceses enfrentan el momento decisivo

La afición muestra su entrega en una jornada clave para la clasificación en la Louis Vuitton Cup que termina sin regata por falta de viento

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Mascotas, cencerros y alta tensión: suizos y franceses enfrentan el momento decisivo

por Glòria Ayuso

Este domingo prometía ser un día de grandes alegrías o profundas decepciones, pero terminó siendo una jornada de intensos nervios tanto para los seguidores franceses del Orient Express Racing Team como para los aficionados suizos del Alinghi Red Bull Racing.

Los seguidores y familiares del Alinghi acudieron a animar al equipo en la base del Moll d’Espanya pese al gran chaparrón que cayó en el momento que abrían para ellos las puertas de la instalación.

Cencerros gigantes

Los aficionados hicieron sonar unos cencerros gigantes para despedir a los suizos en su camino hacia el campo de regatas. Pendientes de la actuación de los franceses para poder lograr la clasificación, la inquietud se hacía evidente entre las personas concentradas.

Las regatistas del equipo femenino suizo, que en octubre saldrá también a competir, se encontraban entre las personas que alentaban al Alinghi. Tenemos plena confianza en ellos, afirmaba la navegante Anja von Aklem.

Mayor tensión

No obstante, frente a otros días en que los aficionados se entregaban con despreocupación a animar al equipo, en esta ocasión se hacía visible una mayor tensión.

Claro que hay nervios, estamos pendientes de lo que pueda suceder, reconocía un miembro del departamento de informática del equipo. Pese a no participar el Alinghi, el próximo embate que debe tener lugar, entre los franceses y los ingleses, es el decisorio para la clasificación. Estamos tan tensos que es la primera vez que apoyamos a los ingleses, admitían desde la base del Alinghi dos de sus grandes aficionados, Niggi y Gabrielle Lang.

Enganche a la competición

Esta pareja de suizos acompañan a su equipo desde 2003. Amantes de la navegación, descubrieron la Copa América de vela en 1983, precisamente cuando los australianos arrebataron por primera vez la Jarra de las Cien Guineas a los estadounidenses. Él, ingeniero mecánico, atribuye su enganche, desde el primer momento, a esta competicióna a su pasión por la tecnología punta.

Más tarde, fue decisivo que su país formara un equipo y arrebatara el trofeo a Nueva Zelanda en 2003. Pese a competir, y después ganar, en Auckland el Alinghi no tenía allí aficionados presentes para dar apoyo, estaban solos. Se les recibió, a su vuelta en Ginebra, con una gran fiesta, recuerda. Desde entonces, está decidido a ir donde sea que compita el equipo, y por ello tampoco faltó en València.

Faltan mascotas

Han pasado más de diez años desde la última vez que los suizos compitieron en una Copa América. Esta vez Lang está dispuesto a darlo todo: va vestido de toro, en honor al nombre del conjunto. En la Copa América faltan las mascotas, reivindica. Él no duda en ser el que represente a la de los suizos.

Ha diseñado y producido con impresión 3D la cabeza del animal, que muestra con orgullo. En la nariz lleva el anillo, o narigón, habitual en el ganado. Ahora es negro. Si se clasifica, lo cambiaré por uno plateado. Y si Alinghi gana, por el de oro, afirma. Los tiene todos, ya impresos, por lo que pueda suceder.

Entradas y salidas

Por suerte, el aguacero amainó en el momento de despedir al equipo. La afición, acto seguido, se dispersó, para buscar desde donde seguir la competición, atenta a la actuación de los franceses. Algunos se quedaron en la terraza de la base. Fueron los que al cabo de un rato vieron volver al Alinghi, tras la decisión del oficial de regatas de retrasar la competición por la meteorología.

Test de serenidad

La lluvia volvió con fuerza justo cuando los barcos se disponían a salir por segunda vez al campo de regatas. Pero los hinchas que permanecieron en la base no dudaron en ir a vitorear a sus regatistas. El cielo se desahogó y salió el sol. Parecía que habría lucha en el agua. Pero faltó el viento, en una espera tediosa, que resultó ser un verdadero test de serenidad tanto para los regatistas franceses, aliviados por la cancelación por diversos problemas que presentó su barco, como para los suizos.

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