Con una infancia y juventud en Filipinas y Hawái, y después en California, el presidente del World Ocean Council, Paul Holthus, siempre ha tenido el mar bien cerca. Ahora, no es menos: el organismo internacional que preside tiene desde el año pasado su sede en Barcelona. Holthus ha estado involucrado, como consultor sobre desarrollo sostenible, en trabajos de conservación y desarrollo de recursos costeros y marinos en más de 30 países, trabajando con asociaciones industriales globales, directores de agencias de la ONU y hasta con pescadores en pequeñas aldeas insulares.
Para poder hacer frente a los problemas ambientales en los océanos y las costas, vi claro hace 25 años que la gran pieza que faltaba era la de involucrar de manera sostenida a la industria, la comunidad de inversión y la innovación a escala global. Empezó a construir por su cuenta una red de empresas, asociaciones industriales y firmas de inversión, un proyecto que con el tiempo se ha convertido en una organización empresarial reconocida por la ONU y los gobiernos.
Ampliar el mercado
En Tomorrow. Blue Economy, el WOC ha desarrollado un programa que ha conectado a empresas, administraciones, startups e inversores procedentes de diversas partes del mundo. En una de las últimas sesiones, por ejemplo, los inversores acordaron en el mismo escenario trabajar juntos para escalar soluciones ganadoras en sus distintas localizaciones, de modo que cada ‘startup’ pueda contar de partida con un mercado mucho más amplio.
-¿Qué hizo al World Ocean Council decidirse por asentarse en Barcelona?
Barcelona cuenta con una sólida estrategia para el sector de la economía azul, que reconoce la importancia de trabajar junto al sector privado y de impulsar la innovación. Por ello ha sido fácil entrar y aportar nuestra visión global, para entrelazar el negocio con la inversión. Hemos establecido una gran sinergia, el World Ocean Council (WOC) como organización global focalizada en el sector privado sumado al interés y esfuerzo en el liderazgo de la economía azul que desea llevar a cabo de forma proactiva la propia ciudad.
-¿Cómo ha evolucionado el WOC en sus 15 años de trayectoria, teniendo en cuenta que ha ido aumentado la conciencia de todo lo que hay que hacer por los océanos?
Antes, hace 25 años, empecé a crear esta red, que era entonces una red informal de compañías, asociaciones industriales y firmas de inversión. Fue en 2009 cuando se estableció formalmente como el World Ocean Council. Ahora sumamos unos 35.000 contactos en toda nuestra red global. Reunimos a la industria, la inversión y la innovación para trabajar juntos. Hemos desarrollado distintas prioridades, programas y proyectos. Desde 2010 celebramos la Sustainable Ocean Summit (SOS), y desde el año pasado, la Conferencia Mundial de Finanzas Azules (Barcelona acogió ambas en 2022). La red ha ido creciendo y evolucionando, a la vez que se focaliza en objetivos y retos específicos para desempeñar un trabajo real.
En este tiempo, han surgido iniciativas y actividades en la economía azul que necesitamos conectar, como ha sucedido este año con el Smart City World Congress, que cuenta ahora con un área dedicada a la economía azul. Este es un lugar perfecto para nosotros para conectar y concentrar nuestra misión y esfuerzos.
-¿Cuáles son las prioridades de WOC?
Hay un rango diverso de prioridades en las que tenemos que desarrollar cuestiones de gobernanza y nuevas políticas, a nivel global con Naciones Unidas y, más localmente, de planificación del espacio marítimo. Por otra parte hay una serie de prioridades identificadas sobre el impacto medioambiental de la actividad humana, como la gestión de plásticos y residuos, el ruido en los océanos, las especies invasoras Y finalmente hay que hacer frente a los impactos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, las inundaciones y los fenómenos meteorológicos extremos. También debemos avanzar en el secuestro de carbono para convertirlo en carbono azul, el capturado por los océanos y los ecosistemas costeros, distinto del carbono verde que es aquel almacenado por los bosques y sus suelos. Hay mucho por trabajar en este campo. Otra prioridad clave es la recopilación de datos y la implicación de las compañías para equipar los barcos con los instrumentos necesarios para hacerlo. Hemos desarrollado un programa en esta línea, para obtener información sobre el océano y el clima y desarrollar una industria inteligente basada en lo que nos aportan los datos, dado que tenemos un gran problema que afrontar. Sobre todas estas prioridades, involucramos y reunimos a empresas y organizaciones para que trabajen juntas, para desarrollar innovación y oportunidades de inversión.
-Lo que invertimos en adaptación al cambio climático tiene un retorno entre dos y diez veces su coste, según un informe de la Comisión Global de Adaptación. ¿Estamos invirtiendo lo suficiente?
Eso solo si hablamos en términos de prevención, porque hay muchos más datos sobre el retorno de otro tipo de inversiones. Efectivamente, invertir para evitar los daños de eventos meteorológicos extremos y en aplicar soluciones basadas en la naturaleza significa ahorrar dinero. Mantener manglares y crear ecosistemas en la costa reduce el impacto de las olas y significa ahorrar dinero. Esto mismo también preocupa a la ciudad de Barcelona, que se plantea cómo proteger sus playas y el paseo marítimo, que costará mucho dinero tener que reconstruir cada vez que haya un temporal.
-Teniendo en cuenta que los datos apoyan en todos los sentidos los beneficios de la transición hacia una economía sostenible, ¿necesitamos más liderazgo por parte de la industria?
Definitivamente existe una oportunidad para tomar un mayor liderazgo desde las empresas y las agrupaciones de empresas, y eso es lo que desde el WOC intentamos, conectando a esas empresas líderes de forma que estén interesadas en poder participar. Muchas veces necesitan que se les facilite el papel que pueden desempeñar. Pero también diría que ya hay un gran liderazgo en marcha. Ello nos ofrecerá ejemplos de cómo las empresas pueden hacer lo correcto y por eso estamos tratando de facilitar más ese liderazgo mediante coaliciones, porque si bien pueden hacer mucho individualmente, harán aún más juntas. Luego, están las empresas que, cuando ven cómo se avanzan las primeras, piensan será mejor que participemos, y tratan de ponerse al día. La principal cuestión de los océanos, el clima y la biodiversidad son la velocidad y la escala. Necesitamos que muchas empresas se involucren, pero estas necesitan ver antes a las que tienen mayor visión, que sean conscientes de que hay que hacer algo, y pueden hacerlo porque tienen capacidad para asumir más riesgos, y que atraigan después al resto. Sí que necesitamos realmente ese liderazgo corporativo.
-¿Qué tipo de barreras encuentra la industria para entrar en acción?
Por una parte existe la aversión al riesgo. Las empresas quieren mantenerse con las cosas que ya saben que les funcionarán. Y, para liderar el camino, a veces, hay que correr algunos riesgos y estar al frente. Tenemos que ayudar a las empresas a entender el riesgo versus la oportunidad. Otra de las barreras es la tendencia de las empresas a creer que lo tienen que hacer solas. Un partenariado o coalición permite distribuir el riesgo, llevando a cabo una colaboración. Las personas líderes entonces deben acceder en esta etapa precompetitiva: Está bien, estas otras empresas son de nuestra misma industria. Pero no competimos, estamos tratando de solucionar un problema común, pongámonos a trabajar juntos. También existen barreras en términos de reputación, debido a la visibilidad que tiene una empresa cuando lidera una iniciativa. Si no funciona del todo bien, se sienten expuestas, ya que pueden recibir críticas porque habían dicho que iban a solucionar un problema. Quizás la tecnología no funcionó o existen otros factores externos que la gente no ve.
-En este sentido, ¿los ciudadanos deben tener más confianza en el sector industrial?
En general, hay que trabajar para que el público y los gobiernos y otros actores entiendan que hay un montón de buena gente en buenas compañías que, en nuestro intento por mejorar su desempeño y abordar sus impactos, sí les gustaría hacerlo. Para mí ha sido la mejor experiencia en WOC, encontrar este tipo de personas que se preocupan por el océano y es posible que estén trabajando en una compañía naviera. En cuanto a las compañías energéticas, no son esos tipos malos, pero sí necesitan liderar la solución. Hay que comprometerse de forma constructiva y ayudar a hacer los cambios, superando las barreras. Esas personas también me dicen que les importa y quieren que sus nietos vivan en un océano limpio y seguro. Necesitamos llevar a cabo un trabajo colectivo para crear confianza y superar algunas percepciones. No todo es perfecto y hay muchas cosas que han salido mal, pero hay mucho por hacer y tenemos que seguir adelante. Hablar del océano lo es.
-La industria marítima en realidad va a remolque de lo que haga la industria energética.
De hecho va retrasada porque depende de lo que están haciendo las primeras. Algunas industrias tienen una huella mayor que otras y mayor impacto en el océano. Pero colectivamente necesitamos aportar ideas por ayudar a mejorar las prácticas y reducir sus impactos. La sociedad es corresponsable porque están ahí fuera haciendo lo que hacen porque la sociedad dice que necesitamos energía, necesitamos transporte marítimo, y lo que sea. Necesitamos apropiarnos de eso también, mientras las empresas diseñan e implementan sus estrategias para reducir realmente los impactos y mejorar su desempeño como parte de su mayor reconocimiento de su responsabilidad por el océano.
-¿Qué ejemplos de liderazgo daría?
Hablábamos de la importancia de trabajar entre distintos sectores. Un ejemplo es el problema que sucede a menudo cuando un barco golpea a un mamífero marino. Ese es un gran problema en el Mediterráneo. En el Santuario de Pelagos, entre Italia y Francia, por ejemplo, está lleno de ballenas y delfines. Pero hay más también en el este. Las compañías navieras tienen que seguir rutas que las cruzan y hay años en que hay más animales que otros. Se suceden los accidentes y a nadie le gusta eso. De modo que algunas compañías han tomado el liderazgo para investigar dónde están las ballenas, cuando y por qué, y han descubierto que están alimentándose porque están migrando. Sin que haya leyes, se han basado en los datos científicos para de forma voluntaria diseñar fórmulas para evitar las ballenas. Apoyar la investigación, definir una solución e implementarla de forma voluntaria es liderazgo. El sector privado ha aportado una solución compatible con su negocio tras trabajar con la comunidad científica y oenegés. Eso sirve para preguntar a otras compañías que quizás debieran hacer lo mismo en estas ubicaciones, y para ver cómo escalar la solución en cualquier otro lugar. Eso involucra a los gobiernos a cualquier escala, nacional, regional o internacional, como corresponda. Debemos encontrar soluciones e implementarlas, y luego ver como las escalamos.
-Las empresas que innovan se lamentan a veces de que las administraciones no adoptan nuevas soluciones.
A veces recibimos muchas innovaciones excelentes, pero no encuentran donde implementarse, por lo que no tienen mercado. Debería ser al revés: hay que plantear los problemas y encontrar las innovaciones que los solucionen. La innovación tiene que estar impulsada por los propios clientes, que muchas veces puede ser el propio sector público. En ese caso, la institución debería financiar e implementar rápidamente la solución diseñada a medida, dado que una ‘startup’ ciertamente tiene limitaciones y no puede esperar hasta siempre.